jueves, 26 de febrero de 2009

La sombrilla voladora

Este es uno de los recuerdos mágicos. Un día, vimos una sombrilla volarse como por arte de magia y en su nunca querer bajar del cielo, siguió subiendo, andando por los aires, casi podría decir bailando o dando vueltas planeadoras de gaviota. Entonces, cuando advertimos la lejanía y el corazón dejó de saltar por el temor del posible lastimarnos, aún sin cansarnos de asombrarnos, empezó a bajar despacio en una perfecta zambullida, un clavado en medio del mar pinchando la enorme masa de panza azul encrespada bravía y perfectamente enojada por la irrupción. Quedamos boquiabiertos mirando el horizonte, sin saber si había sido una ilusión. Fue cuando se largó la tormenta que echó a todos, la gente apurada huía atajando sus sombreros. Nosotros nos atrevimos a quedarnos absolutamente solos. Calmó el viento y empezó a llover una lluvia tenue pero persistente. Abrimos nuestra sombrilla y desde abajo veíamos cómo las gotas iban marcando la arena. Tuvimos la sensación de ser náufragos. Pocos minutos después salió el sol, y en una desconocida calma, salimos de abajo de la sombrilla. Estábamos solos, ya lo dije, bueno éramos los dueños de la playa, nos reímos, bailamos sobre la arena goteada llena de pocitos. Viste? Yo dije que era pasajera!