domingo, 22 de agosto de 2010

Aromo de mil amores



Cuando llegamos a la casa ya estaba y allí decidimos hacerle a Rodri una casa árbol. Hoy ya tiene el ancho del terreno, unos 17 metros y dejamos que el estilo sauvage de su melena llegue al suelo. Y su cresta casi toque el cielo , azul, que sólo conozco aquí en la Patagonia. Todo se aprecia en la foto menos el zumbido de miles de abejas que se revuelcan en los racimos de flores. Tampoco se vé el aroma dulzón que se siente desde lejos, allá en la esquina de la cuadra cuando uno va caminando justo allí donde te ladran los boxers. Es ésta una invitación virtual a sentir la algarabía, el color, la belleza, la fragancia, el estallido, el asombro y la admiración. Este es un invierno lleno de luz. El tiempo pasa sin la medición de la señorita de matemática que pretende dividir 4032 horas 280 minutos 546 segundos divido 3090 horas 456 minutos 600 segundos porque sí, sin ningún sentido real. La única realidad es que cuando el tiempo pasa cuesta mucho recordar cómo era antes, cómo era el nacimiento, cómo era el principio, por eso uno tiene la buena costumbre de retratar las cosas, y luego verlas y disparar el recuerdo.




lunes, 16 de agosto de 2010

Inviernazo

Madura el limonero y le doy rienda suelta a los tés y a los quereres. No termino el patchwork todavía porque es lindo tener algo de lana en mis adentros. Florece el duchaznero, como me dice mi amigo el vendedor de duraznos. Y entre gripes y cumpleaños, nieve y vacaciones; me atrevo a soñar, desde ahora en voz alta. Será porque crecí un año más, o como dice Borges, uno aprende.



Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.

Que los besos no son contratos

y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas

con la cabeza alta y los ojos abiertos

y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma, en lugar
de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.


Jorge Luis Borges