viernes, 25 de enero de 2019

Abuela

El 25 de enero estaba en Bariloche, de novia y de paseo en una librería, cuando me avisaron que acababa de ser abuela. No pude escribir o describir el sentimiento que me embargó hasta mucho tiempo después. El Chino me abrazó, tal vez intuyó en ese instante todo lo que moría y todo lo que nacía en mí. Recordé las palabras tontas que pronuncié ocho meses antes, las preguntas tontas, los argumentos tontos. Y con una mezcla de amor de madre e incertidumbre de abuela, lloré. Después, busqué un libro de nanas y lo compré. Porque creía que ya me olvidado las letras, los cantos y las músicas. Porque quería ser yo la primera que le regalara un libro. Y porque me lo imaginé escuchando. Era la primera vez que me lo imaginaba.