miércoles, 31 de diciembre de 2014

Balance 2014



Las celebraciones, fue el motivo del brindis del año pasado. Celebrar la vida, no es poca cosa, es todo. Así que el chocar las copas y las tazas es un despertar continuo del silencio cotidiano, de la aletargada existencia. Todo marcha con la insistencia del recorrido, casi obstinada e impertinentemente. Lo bueno es que después de toda marcha, es muy agradable mirar el recorrido y ver cuántos días de frío y de calor hicieron falta para notar los logros.

Rodri y yo estuvimos mano a mano con el estudio, y celebramos la brillantez del conocimiento.

El cumple del tío Guille fue una celebración a los recuerdos desde el hippismo cruel de los años 70 hasta nuestros días. Me encantó desatar las fotos prohibidas del álbum secreto de la familia y dejar a todos llenitos de emociones.

Pascual presentó un nuevo libro y capaz que haya sido “la celebración” del año, tierna, melancólica hasta la médula, y la palabra no es casual. Por momentos pensé que con el libro quería dejar atrás el recuerdo, cerrar un capítulo; por otros pensé que quería volver a vivirlo y el libro era una excusa…no importa, estuvimos ahí, no nos perdimos detalle, ni gesto ni mirada, ni capricho ni lágrima, estuvimos atentos a su tanta felicidad porque eso ya era la celebración plena.

Raco enviudó, y la celebración se convirtió en solemnidad y puro apoyo para que resista un amigo. Tratar de recordarlo como lo conocimos siempre es tan gratificante como peligroso, pero es casi imposible no imaginarlo así a la distancia.

Mabel recuperó a sus tres hijos, sí, los encontró gracias al mejor buscador del siglo que es “Facebook” y vaya que celebramos! lloramos por su felicidad a la vez que nos dimos cuenta que se ampliaba esta tribu que tenemos por familia, que la mesa del asado era chica y que a Rodri de golpe se le duplicaba la cantidad de primos.

A 10 años sigo extrañando a Omar. Viene cada tanto a tener largas charlas conmigo cuando amerita la circunstancia.

Cumplí 50 años sin pompas ni platillos, pero me dí cuenta por dónde pasaba la felicidad. Disfruto de convertirme progresivamente en suegra, de comer un durazno, de secar los pétalos de mis rosas, de pintar las paredes, de escuchar a Aristimuño, de leer novelas, de cocinar pasteles, de cosechar cerezas, de esquiar con mi hijo, de estudiar mis tesitos, de reírme, de ver a mis padres, de premiarme con un waffle y una IPA, de viajar en mi auto nuevo y de pararme en el camino, o de pararme en el recorrido para mirar atrás y adelante. Este es el brindis de este año, por los recorridos.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Simon's cat- Especial de Navidad



Thanks Simon!
I laugh so much with your cats! In our slang we say "qué quilombo que hacen tus gatos!"

domingo, 14 de diciembre de 2014

Recuerdos de Navidad



Época de armar el Árbol de Navidad y de armar una vez más los recuerdos de otras navidades.

La primera Navidad después de venir a vivir al Valle, no fue en el Valle donde aún no había nuevos amigos, sino en Buenos Aires donde habían quedado los viejos y sobre todo, donde había quedado la Tía Gorda. Llegamos unos días antes para limpiar la casa que había estado cerrada tan sólo 4 meses pero tenía el olor del encierro de 4 años, el olor a humedad y a lluvia que yo ya había olvidado y  reemplazado por el olor a tierra y el dolor de los labios secos. Llegar a Buenos Aires fue una fiesta porque Buenos Aires es una fiesta en Navidad, se llena de color, de luces, de alegría, propiamente un cambalache. La tía ya había adornado su árbol de Navidad que medía apenas 40 cm y que había decorado con algunas bolitas de cristal (que heredé yo) y unas cuantas nueces envueltas en papelitos de aluminio que eran el resabio de su época de escaseces (y que nadie quiso heredar y fueron a parar al tacho de basura). Lo que yo no supe hasta después de su muerte,  fue que lo que estaba heredando, era este recuerdo, que lo cuento cada vez que armo mi propio árbol…y es cuando se me aparecen sus manos arrugadas reenvolviendo las nueces con nuevos papeles de chocolates y sus palabras contándome que era una tradición de su pueblo…

reliquias







miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cerezo

Los vecinos nos golpearon las manos, esa era la señal para que estiráramos el cogote en franca atención y ellos, desde el paredón,  nos pidieran lo que necesitaran: luz, y nos mostraban de lejos el enchufe; azúcar y nos señalaban una taza. Los atendíamos porque eran amables, educados y sólo venían los fines de semana. Se los escuchaba regar, se los olía cortar el césped, se adivinaba la música de la radio y se los sentía reírse. Los días de semana, cuando no estaban, espiábamos desde el paredón, escalerita de por medio, o subidos a un cajoncito pedido al almacenero para hacer el fueguito para el asado. Tenían armada una carpa en medio de un montón de plantas y árboles. A medida que fue pasando el tiempo nos contaron que ellos vivían en Neuquén en un departamento y el terreno era como su casa de fin de semana, nos mostraban con orgullo las rosas, la glicina, y el aromo que ya daba sombra y de donde pendía una hamaca paraguaya. Un día se presentaron por la puerta delantera, con todo nuestro asombro y con todas sus palabras ceremoniosas y nos pidieron que les compráramos el terreno con todo lo plantado en su suelo. Y así lo hicimos. Lo que no supimos hasta la primavera siguiente, cuando asomó su copa llena de flores blancas, es que habíamos heredado este cerezo…