domingo, 14 de diciembre de 2014

Recuerdos de Navidad



Época de armar el Árbol de Navidad y de armar una vez más los recuerdos de otras navidades.

La primera Navidad después de venir a vivir al Valle, no fue en el Valle donde aún no había nuevos amigos, sino en Buenos Aires donde habían quedado los viejos y sobre todo, donde había quedado la Tía Gorda. Llegamos unos días antes para limpiar la casa que había estado cerrada tan sólo 4 meses pero tenía el olor del encierro de 4 años, el olor a humedad y a lluvia que yo ya había olvidado y  reemplazado por el olor a tierra y el dolor de los labios secos. Llegar a Buenos Aires fue una fiesta porque Buenos Aires es una fiesta en Navidad, se llena de color, de luces, de alegría, propiamente un cambalache. La tía ya había adornado su árbol de Navidad que medía apenas 40 cm y que había decorado con algunas bolitas de cristal (que heredé yo) y unas cuantas nueces envueltas en papelitos de aluminio que eran el resabio de su época de escaseces (y que nadie quiso heredar y fueron a parar al tacho de basura). Lo que yo no supe hasta después de su muerte,  fue que lo que estaba heredando, era este recuerdo, que lo cuento cada vez que armo mi propio árbol…y es cuando se me aparecen sus manos arrugadas reenvolviendo las nueces con nuevos papeles de chocolates y sus palabras contándome que era una tradición de su pueblo…

reliquias