miércoles, 14 de octubre de 2020

La máquina de música




 La bella Keaton Music Typewriter

Como si estuviéramos en una película de ciencia ficción, que es ni más ni menos lo que sentimos todos en esta cuarentena, encontré esta máquina...me atrevo a pensar que no es casual... La máquina de música, que es como la apodé, me llegó con el deslumbramiento, la sorpresa, el asombro. Cómo usar ese aparato que al igual que mi antigua máquina de escribir tenía las teclas desvencijadas, era caprichosa, y la tinta tenue porque estaba cansada de andar? Qué pasaría si me pusiera a jugar con la máquina de música, si convirtiera el tiempo y nos reescribiera una historia distinta a la de la monotonía de estos días?

El olvido no tiene memoria

El maestro nos manda partituras para que ejercitemos  y que no nos olvidemos de los sonidos. El olvido, siempre el olvido, el de Aureliano Buendía, el que da pavor sufrirlo y que vuelve como una sombra a desesperarnos. Para seguir con el hábito de sorprenderme,  encontré estos cuchillos. No habrá habido en el Renacimiento, una epidemia de falta de memoria? Para qué si no grabar las partituras en la hoja del cuchillo? Será para ocultarlas elegantemente, entregarlas cautelosamente?  O será sencillamente un regalo de nobles, los príncipes que tenían su escudo y su himno escrito en la hoja de un cuchillo para que ninguna generación los olvidara?