También se podría llamar “otoñando” porque eso es lo que exactamente estoy haciendo, dejarme estar como está el sol sin que nadie le diga nada, hacerme un mate, salir a caminar y enhojar o más bien enhebrar las imágenes que me trae el foco de la cámara en este ir y venir desde el cielo al suelo descubriendo colores y texturas. El olor del otoño es una mezcla de tierra mojada, cáscara de limón y de lana y se los cuento porque eso no se vé, tampoco se vé lo mejor, lo que se cruje se siente se humedece y se vuelve a entibiar después de cada mate… y esto tan así de simple es tan queriendo ser el único motivo para quedarse acá nomás. Así que también podría titularse “motivos para quedarse”. O “ganas de hacer un patchwork de otoño para abrigar soledades”.