El deseo de vivir más tranquilos, buscando cada uno su lugar en el mundo
tuvo el reto o la contrapartida de sentir las ausencias que cada cual tuvo, de
sus orígenes, sus pertenencias y sus amores variopintos. Cobrados como en una
especie de multa, el precio de los pasaportes. Rober tuvo un infarto, tal vez
la dolencia física al corazón más representativa. A mí se me dió por aumentar
las canas y las arrugas, como un fiel espejo del alma. Pero aún en los estados
más críticos, pensamos que el otro está mejor que nunca cuando hace lo que
quiere y elije lo que quiere. Cada uno zambullido en su propio proyecto y en su
propio mundo, trata de ser feliz.
En mitad del año festejamos los 80 de mi
padre, fiesta de salón, amigos, mucho preparativo, ideas que iban y venían, trabajo,
encuentro con los nietos, emociones, fotos viejas y todos los uf que la familia
puede hacer. Vibramos en la misma sintonía para disfrutar a este hombre que es
capaz de ser tan distinto con cada uno, tan intenso, sabio, profundo. Amé
trabajar para festejar. Y tantear cada rasgo de felicidad, de dónde proviene,
de qué intersticio llega, en qué pliegue del tiempo se origina. Junio pasó. Cuántos
días tarda en desdibujarse una sonrisa? Por suerte el Chino me desprendió las
raíces para viajar al NOA y la experiencia de conocer nuevas gentes y paisajes
de altura fue superlativa. Fue un viaje potenciador de ideas, tiempos, colores,
comidas; todo comienza casualmente el 9 de julio, independizándonos también de
los dolores que intentábamos dejar en las luchas cotidianas. Así que volver al
terruño tuvo el encanto de la primavera renovada. Y embanderé nuevamente proyectos
viejos en cabeza nueva, una vez más! Con ese fervor llegué a fin de año,
despacitamente y sin el apuro de nada para terminar, tal vez porque todo
empezaba. Así, alzamos la copa. Por los comienzos, salud!