Este año me entreno en pérdidas, ejercito
tristezas. El aromo de Rodri cayó por un viento de esos rebeldes patagónicos
irreverentes. Lo dejamos crecer tan gordo que ocupaba el ancho del terreno y
tan alto que casi tocaba el cielo. Caer significa bajar las ramas resignando la
casita del árbol que quedó despedazada, caer fue darle sol al descanso de la
sombra, caer fue asombrar a las palomas desnidadas y desorientar a las abejas
distraídas. Y fundamentalmente darme cuenta que habían pasado 21 años, que su
niñez se había escurrido en las ramas que trepó y su adolescencia se
había quedado enredada en el refugio de sus cigarros y tesoros. Hoy en su insipiente adultez, recorre sus torcideces y se despide con su cachorro de hombre en la cintura.
Será el roble, el refugio de Dacio? Estaré
dentro de 21 años? Bisabuelando tal vez?
Pensamientos sutiles que deshojan el
corazón…